Liderazgo de Transición en la Habana:Trabajando con los Militares Cubanos
El siguiente artículo apareció en POLITICO Magazine el 17 de marzo de 2015. Traducción gracias a Gualdo Hidalgo, director ejecutivo de Latin News Agency.
En la exitosa película de 1992, A Few Good Men (Algunos hombres buenos), Jessup, el coronel ficticio de Jack Nicholson declara: "Yo desayuno a 300 metros de 4.000 cubanos entrenados para matarme." Los oficiales cubanos que conocí nunca me dieron esa impresión. Como ex representante del Departamento de Estado en las negociaciones con los militares cubanos, puedo decir que nuestras discusiones fueron típicamente agradables y constructivas. Y hoy, la iniciativa del presidente Barack Obama para normalizar las relaciones con La Habana ha presentado a los Estados Unidos con una perspectiva verdaderamente alucinante: Nuestro socio más confiable en esa isla por largo tiempo aislada probablemente serán las Fuerzas Armadas Revolucionarias, la institución militar de Cuba.
Y pronto estarán haciendo un montón de dinero.
El Partido Comunista de Cuba puede que sea el liderazgo político del país, pero es visto cada vez más como un anacronismo por la población, y después de que Fidel Castro, 88, y Raúl Castro, de 83 años, salgan de la escena, el Partido puede que lo haga también. La legislatura de Cuba, la Asamblea Nacional del Poder Popular, es un sello de goma apéndice del partido y del mismo modo tenido en baja estima popular. Las agencias civiles han demostrado ser ineptas y escleróticas en la gestión de los programas de gobierno. El poderoso Ministerio del Interior es ampliamente temido como el instrumento burdo de la opresión, pero también es probable que sea barrido finalmente por la marea del cambio. Y más de medio siglo de gobierno de partido único autoritario ha atrofiado la sociedad civil y mantenido la Iglesia Católica controlada.
Quedan las FAR. Bajo el liderazgo de Raúl Castro desde 1959, hasta que relevó a su hermano Fidel como presidente en 2006, el actual aparato militar de 60.000 efectivos es ampliamente considerado como la entidad oficial de Cuba más estable y mejor administrada. Por otra parte, nunca han sido llamadas a disparar contra o suprimir a los ciudadanos cubanos, incluso durante las llamadas protestas del Maleconazo en 1994, y la mayoría de los observadores creen que las FAR rehusarían cualquier orden de hacerlo.
El autor da la mano al general de brigada Carlos Pérez y Pérez,
de las FAR, Ejército OrientalDurante años, nuestras conversaciones con las FAR se han centrado en la cooperación en cuestiones prácticas: evitación de tensiones a lo largo de las 17 millas del perímetro de la Base Naval de Guantánamo; colaboración en la prevención y extinción de incendios y establecimiento de acuerdos para el regreso de los ciudadanos cubanos recogidos en el mar mientras intentaban escapar de su país. En contraste con nuestros intercambios rígidos con los norcoreanos en Panmunjom, estos encuentros mensuales suelen ser productivos, constructivos y afables.
Ahora pudieran ser históricos. Y para las FAR, lucrativos. De hecho, los estadounidenses que viajen a Cuba en los próximos años probablemente estarán apuntalando el balance final de los militares cubanos. Hoy en día, los oficiales superiores de las FAR están a cargo de la producción de azúcar, el turismo, importación-exportación, tecnología de la información y las comunicaciones, la aviación civil y la producción de puros. Se estima que al menos el 60 por ciento de la economía de Cuba y el 40 por ciento de los ingresos en divisas están en manos de los militares y que el 20 por ciento de los trabajadores están empleados por la compañía matriz de las FAR, GAESA. Los turistas degustando un mojito en la playa de Varadero, volando a los exuberantes complejos turísticos en los cayos de Cuba, visitando lugares de interés histórico, disfrutando la gastronomía en un hotel de cinco estrellas o prendiendo un Cohíba después de una de esas comidas están contribuyendo inconscientemente a las arcas de la Fuerzas Armadas Revolucionarias y el gobierno comunista por una suma de varios miles de millones de dólares al año. Parte de esta infusión en divisas ha alimentado la corrupción dentro de las FAR. No obstante, cuando el embargo de Estados Unidos finalmente se levante, las empresas estadounidenses interesadas en invertir en Cuba tendrán que asociarse con empresas bajo el control de los militares cubanos. De ello se desprende, por tanto, que el gobierno de Estados Unidos necesitará comprometerse ampliamente con las FAR en cuestiones económicas y comerciales, así como políticas y militares. El ex analista de la CIA Brian Latell cree que será más fácil tratar con las pragmáticamente orientadas FAR que con la vieja guardia de líderes civiles.
Las FAR es la institución cubana más demográficamente representativa, también, tradicionalmente un vehículo para los campesinos pobres y jóvenes negros para avanzar ellos mismos. Durante mi tiempo en "la Línea", el coronel de color al mando de la Brigada de Defensa Fronteriza (la punta de lanza del enemigo percibida por el coronel Jessup) era uno de esos soldados. Aunque es difícil de evaluar, las FAR generalmente parecen ser respetadas por los cubanos. Ninguna otra institución podrá realizar a través de políticas lo que un comando militar unificado y disciplinado no apoye. Por tanto, el ejército cubano es el gorila de 800 libras en La Habana, una institución con la que Washington tendrá que trabajar mucho más allá de la era post Castro. " Después que Castro muera o quede incapacitado, los generales o bien dominarán un sucesor del régimen pretoriano o, como los militares en los antiguos países comunistas de Europa del Este, serán los cómplices voluntarios de la desaparición del marxismo", según Latell.
La caída de Cuba en desgracia con Moscú tras la desaparición de la Unión Soviética y el fin de los subsidios de ese país obligó al entonces ministro de Defensa Raúl Castro a reemplazar el estilo soviético de las FAR de sistema de planificación y mando centralizados con los métodos de gestión y contabilidad occidentales. Envió a algunos de los oficiales más brillantes de las FAR a Europa y América Latina para entrenamiento en prácticas de negocios capitalistas, creando los nuevos cuadros de “soldados tecnócratas" para administrar las crecientes empresas de producción militar de las FAR. Después de asumir la presidencia en 2006, Raúl amplió aún más el papel de los militares tanto en la esfera política como en la económica. El Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros está dominado por los militares, mientras que ocho de los 27 ministerios del gobierno están dirigidos por oficiales de las FAR en servicio activo o retirados. La mitad del Buró Político del Partido Comunista está compuesta por individuos con antecedentes militares.
El fin de los subsidios soviéticos también condujo a las FAR a expandirse en actividades no-militares relacionadas con la economía con el fin de ayudar a pagar los gastos de defensa, así como para financiar la parte civil del gobierno. Ha centrado sus esfuerzos en tres sectores clave: la agricultura, la manufactura y el turismo. Por consiguiente, muchos oficiales de alto rango de las FAR en servicio activo y retirados se han convertido en "soldados empresarios", i.e., hombres de negocios de verde olivo a cargo de las grandes industrias, generadoras de divisas, todas controlados por GAESA, encabezada por el yerno de Raúl, Luis Alberto Rodríguez, un general de brigada que habla Inglés con un acento impecable de la clase alta británica.
Los turistas degustando un mojito en la playa de Varadero, volando a los exuberantes complejos turísticos en los cayos de Cuba… están contribuyendo inconscientemente a las arcas de la Fuerzas Armadas Revolucionarias y el gobierno comunista por una suma de varios miles de millones de dólares al año.
Afortunadamente, Washington ha estado tratando con las FAR desde hace años, trascendiendo administraciones Republicanas y Demócratas, aunque limitado a ciertas áreas funcionales bien definidas: la migración, rescate marítimo y aéreo, lucha contra el narcotráfico, respuesta a la contaminación por hidrocarburos y las reuniones cara a cara en la puerta noreste de la Base Naval de Guantánamo. Así como la última ha abierto canales de comunicación entre nuestros dos ejércitos, la participación de la Guardia Costera de Estados Unidos con los cubanos también lo ha hecho. Desde que Washington designó su primer oficial de la Guardia Costera en la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana a finales de los años 90, la cooperación se ha ampliado en una serie de áreas, centrándose en la migración, la lucha contra el narcotráfico y asuntos marítimos. El "especialista en la interdicción de drogas” de la Guardia Costera, de hecho, ha tenido relaciones de trabajo más estrechas con el gobierno cubano que cualquier otro funcionario estadounidense y es frecuentemente invitado por sus homólogos cubanos en viajes relacionados con el trabajo fuera de La Habana, mientras que los diplomáticos estadounidenses están limitados a un radio 25 millas de la capital. El representante de la Guardia Costera, además, a menudo es abordado por funcionarios cubanos con mensajes no relacionados con su cartera oficial.
Los brigadieres de las FAR que han mantenido las conversaciones en Guantánamo también han tratado en ocasiones ampliar la discusión más allá de cuestiones directamente relacionadas con la base. La razón del sondeo de los militares cubanos a nuestros militares a través de la Guardia Costera y en Guantánamo es doble: intentar poner fin al liderazgo político de Washington y tratar directamente con nuestros servicios uniformados, soldado a soldado - un enfoque un tanto ingenua- y enviar un mensaje subliminal a Washington. Un ex alto diplomático estadounidense que sirvió en La Habana cree que los oficiales de las FAR han buscado una relación más estrecha con sus homólogos militares estadounidenses con el fin de comunicar que con ellos "se pueden tratar de manera constructiva" y que constituyen" una fuerza para la estabilidad". Al hacerlo, están dibujando una sutil distinción entre los militares de carrera de Cuba y la vieja guardia revolucionaria de Fidel. Si esto es en realidad válido, no hace falta decir que este enfoque tiene la bendición explícita del presidente Raúl Castro, lo que parece contradictorio. Pero Cuba infaliblemente ha demostrado ser un cubo de Rubik de rompecabezas de la política.
El ex diplomático también sospecha que el liderazgo militar cubano está buscando la confianza de Washington con el fin de obtener garantías de que los EE.UU. "no les va a tirar un Irak" a ellos- i.e., estimular el desmantelamiento generalizado de las FAR de venirse abajo el sistema fidelista como sucedió con los antiguos regímenes comunistas de Europa del Este. Al igual que en Irak, tal escenario invitaría al caos.
Un ex alto funcionario de la Guardia Costera de Estados Unidos que mantuvo extensos contactos con funcionarios cubanos me dijo que las FAR es el "centro de gravedad" para influir en la toma de decisiones en La Habana, incluso después de la desaparición de los Castro. Las grandes decisiones, añade, "se toman por el Ministerio de las FAR (MINFAR) no por el Partido Comunista." Él considera que "si los EE.UU. desean influir en las decisiones de La Habana, necesitan establecer una relación con las FAR ahora".
¿Cuál es la mejor manera de proceder? Hasta que los hermanos Castro no salgan de la escena, las realidades políticas del lado estadounidense requieren prudencia. Hasta que llegue el día en que un gobierno más representativo y democrático se establezca en Cuba, Washington no debe ser visto en relaciones acogedoras con el aparato impuesto por Castro. Al mismo tiempo, sin embargo, debe comenzar el proceso de establecer conexiones con los oficiales de las FAR de nivel medio que probable sean protagonistas claves en una Cuba post-Castro. MINFAR es "tanto el centro de la reforma y la oposición a la reforma", según el ex alto oficial de la Guardia Costera. En otras palabras, hay tensión entre bastidores entre oficiales fidelistas de la vieja guardia y los más jóvenes oficiales tecnócratas / empresarios. Curiosamente, la sensibilidad a dicha tensión ha aflorado recientemente. El defensor del régimen, el ex espía devenido periodista Percy Alvarado, escribió en su blog de La Habana que “ya comienzan a aparecer señales innegables dentro de los enemigos de Cuba de usar a nuestras instituciones armadas como posible sujeto de cambio”.
Estados Unidos podría iniciar el proceso de establecer contactos mediante el establecimiento de un vínculo formal entre el Comando Sur de Estados Unidos (SOUTHCOM) y el MINFAR. El jefe de operaciones del Comando Sur (SOUTHCOM), un contraalmirante de la Guardia Costera, debería ser enviado a La Habana para iniciar conversaciones sobre la formalización de la colaboración entre Estados Unidos y Cuba en las siguientes áreas: antinarcóticos, rescate marítimo y aéreo, lucha contra la contaminación de petróleo, seguridad portuaria, las medidas de respuesta a emergencias de cruceros y otros asuntos marítimos. Las "conversaciones de la puerta" de Guantánamo también podrían ampliarse. Deben ser designados para el cumplimiento funcionarios de enlace en ambos lados del rango O-4 a 0-6 "(Ejército / USMC: De mayor a coronel; Marina: De capitán de corbeta a capitán de navío)". El intercambio de agregados de defensa y la invitación a oficiales cubanos para estudiar en escuelas de guerra estadounidenses debe ser diferidos hasta el período post-Castro y el nombramiento de embajadores.
Los Estados Unidos tienen una historia decididamente accidentada tratando con regímenes dominados por militares en todo el mundo. Por lo que es vital que Washington proceda con gran cuidado y previsión al comenzar a establecer puentes con los militares de Cuba si esperan poder algún día dirigir esa nación hacia la democracia y la participación constructiva.
James Bruno, escritor y ex diplomático de EE.UU. Es autor de Havana Queen.